El mundo de las prácticas corporales muestra una muy saludable expansión y, además una diversificación sorprendente. En las sociedades actuales, las personas han encontrado nuevos modelos de relación con sus propios cuerpos. Esa relación es más rica, más desinhibida y más libre. Pero también es una relación que muestra conflictos profundos.
No se ha abandonado del todo el criterio de interpretar al cuerpo como instrumento que debe ser apto y también se lo supone lugar donde deben grabarse experiencias motrices. En cambio, se lo sigue desconociendo por sus significados, sus deseos, sus límites, su pertenencia social y cultural. Tal escisión -nada recomendable- debe todavía ser superada.
También, en la travesía del sujeto moderno, el cuerpo ha sido objeto de profundas discusiones ideológicas. Así, Giogio Agamben, siguiendo a Foucault sostiene que en particular, el desarrollo y triunfo del capitalismo, no habrían sido posible, sin el control disciplinario ejercitado a través de tecnologías adecuadas, que han logrado crear los "cuerpos dóciles" que eran necesarios.
Y Ricardo Foster (2003) al referirse a nuestra propia historia argentina dice: "En nuestra historia el ejercicio del poder siempre ha pasado por el dominio de los cuerpos. La política de las clases dirigentes estableció, desde los orígenes, una clara acción de control, sometimiento, represión, pedagogización y seducción que atravesaba casi todas las esferas de la vida. Desde las leyes contra la vagancia hasta los debates imposibles sobre el cuerpo-mercancía de prostitutas y travestis, el acto de ejercer el poder tuvo como lugar simbólico y efectivo el cuerpo del otro, ese cuerpo legislable y reprimible garantía ejemplar para fortificar la tranquilidad de una mayoría de honestos ciudadanos dispuestos a sostener la moralidad pública."
"Pensar el cuerpo es, entonces, internarse en un territorio en el que se ha ido forjando la trama profunda de nuestra historia, es descubrir el otro rostro de un proyecto de nación que desplegó sus terribles cuotas de barbarie allí donde precisamente venía a consolidar su modelo civilizatorio. Marcas y ausencias de cuerpos que, en su enmudecimiento, dicen lo indecible de nuestras miserias y violencias. Grafías que señalan el mapa de una sociedad que no ha podido sustraerse a sus deudas y a sus fantasmas."
Por otra parte, parece atravesar la cultura actual la comprensión de que quién aspire a una mejor calidad de vida, quien quiera vivir mejor, deberá vivir más intensamente su yo corporal, de forma de ser más adaptable al mundo y a la sociedad que lo circunda.
Los cambios -con sus aspectos positivos y negativos- se han producido por una serie de razones que se influencian mutuamente. Las iremos presentando en sucesivas entregas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario