Buscar este blog

sábado, 12 de noviembre de 2011

Es lo que hay

Es una frase que, intuitivamente, nunca me gustó. Hoy mismo volví a escucharla en una mesa de café. Hablábamos de las vandálicas pintadas en las paredes del museo Casa de Yrrurtia, una hermosa casa colonial, de las pocas que quedan en el barrio de Belgrano, tan bien cuidada como visitada, pero dañada cotidianamente como muchos otros monumentos de la ciudad.

-¡Es lo que hay!, exclamó entonces uno de los amigos, con una mezcla de resignación y hastío.

Alguna lectura de Walter Benjamín me permitió ir un poco más allá de lo intuitivo.En primera instancia, si le hacemos caso a la frase, parecería que no hay más remedio que acostumbrarse a la violencia y la destrucción en el contexto de nuestra percepción cotidiana como ciudadanos.

Lo malo es que en cuanto se acepta el acostumbramiento, se eleva al rango de norma tanto un hecho de vandalismo como un giro negativo de la historia. Se aleja uno de un estupor saludable ante lo todavía posible. Roba pero hace, slogan utilizado por un político brasilero para su campaña, demuestra la misma lógica.

Contra ella hay que afirmar la noción de lo catastrófico de ciertas normas que se aceptan porque es lo que hay. Precisamente, que la cosa siga así, ésa es la catástrofe.