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jueves, 30 de octubre de 2008

PILDORITA

( A partir de hoy, con el nombre de “pildorita”, presentaré algunas observaciones, sugerencias, aprobaciones, rechazos, dudas o comentarios. Ideas o conceptos, en suma, que puedan servir para agudizar la mirada que echamos sobre la realidad.)

El juego deportivo y el deporte, pueden ser excelentes recursos pedagógicos al servicio de una educación corporal que no se agote en lo meramente técnico. Sólo hace falta que los interpretemos adecuadamente.

¿Qué podría hacerse? Sugiero darle un rotundo NO a unos cuantos procedimientos de enseñanza muy extendidos y un gran SI a otras alternativas enriquecedoras. Veamos un poco:

* Hay que decirle no al aprendizaje deportivo tradicional, muy especializado. Aquel que con su discurso y su proceder didáctico está claramente declamando que el juego deportivo, en edad escolar, no es otra cosa más que la antesala del “verdadero” deporte que viene después.
* Hay que decirle no a la pedagogía del modelo técnico, basado en el gesto del campeón. Y aceptar que en la mencionada edad escolar y en cualquier lugar de desempeño, podemos inventar y reinventar la enseñanza con el procedimiento que se nos de la gana. Siempre que respetemos el deseo de jugar de los chicos y no lo ahoguemos con reglas prematuras y, sobre todo, con la “seriedad” de la mirada del adulto.
* Hay que decirle no al aprendizaje de las técnicas deportivas, conseguido a través de bien pensadas metodologías, consideradas la única vía de acceso al dominio del juego.
* Hay que decirle no a la suposición de que la repetición mecánica y la automatización son claves. No hace falta, en cambio la espontaneidad, ni la libertad corporal o lúdica.
* Hay que decirle no a ciertas convicciones sobre la enseñanza del juego deportivo, como base del aprendizaje de los deportes. Por ejemplo:
a) Las renovaciones pedagógicas no tienen nada que ver con el deporte. El deporte se enseña y se aprende siempre de la misma manera.
b) El alumno debe adaptarse al deporte y no el deporte al alumno.
c) Los deportes no tienen ninguna relación entre ellos. No hay principios comunes organizadores de su didáctica.
d) Los padres hacen su aporte genético y allí termina su función. No son fundamentales en al aprendizaje de sus hijos de mil maneras distintas. Ni tampoco hace falta explicarles las implicancias emocionales de la competencia en los chicos y lo negativo de ciertas actitudes de los adultos.
e) Disciplina y sumisión son valores sociales. Sin ellos, no hay sistema, trabajo ni éxito posible. Hace falta seriedad, organización, orden y método. En el único lugar que el éxito aparece primero que estas cuatro últimas palabras es en el diccionario, suelen decir los defensores de estas duras estrategias.
f) En la competencia, el inteligente es el capitán, que cumple órdenes del entrenador que es el más inteligente de todos. No hace falta que todos los chicos aprendan la lógica del juego que es la base del pensamiento táctico.

En cambio:
* Hay que decirle sí a la unidad de cada juego deportivo y de cada deporte. Pero también hay que aceptar la maravillosa diversidad de ese universo. No deberíamos desperdiciar ninguna oportunidad de enseñarla. Ya habrá tiempo de elegir, focalizar y especializar. Esa apertura hacia lo diverso y variado, posibilitará en los chicos, una riqueza motora que será la llave de acceso a los mejores desempeños individuales. Limitados sólo por los aspectos genéticos, culturales, históricos, familiares y sociales. Ciertamente se alejará el fantasma de la torpeza motriz, originada en una propuesta didáctica mal concebida.
* Hay que decirle sí a la ética del juego limpio, en el marco del respeto a la regla, a uno mismo, a los compañeros y los circunstanciales adversarios de juego. Y también sí a la estética encerrada en cada gesto deportivo, gimnástico o de la danza. Lo que significa aumentar la percepción. Vale la pena recordar que, precisamente, el arte trata de eso: de aumentar la percepción.
* Hay que decirle si, al menos para su análisis crítico, a la gran cantidad de prácticas corporales de todo tipo que han surgido en los últimos años. Por ejemplo, los llamados new-games (nuevos juegos), las practicas corporales de aventura en la naturaleza, los antiguos juegos o artes marciales que se fueron transformando en deportes, como el Acro sport, el Tae Kwon Do, la arquería o el tiro y otras igualmente antiguas formas de gimnasia, convertidas en deportivas, como el Yoga o la gimnasia acrobática. Una especial mención merecen los deportes extremos, también en auge, probablemente como reflejo de una sociedad que siente que vive en peligro e inseguridad. Y digo que merecen una especial mención porque, en tanto que maestros del cuerpo, la auto preservación corporal, el cuidado de uno mismo, son aspectos de intervención imprescindible. También merecen particvular consideración todas aquellas prácticas corporales propias de las culturas juveniles, que suelen realizar en calles, parques y plazas, apropiándose de ellas como el Parkour.( Una especie de carrera de obstáculos realizado en esos lugares aprovechando todo tipo de construcciones y elementos para ser sorteados, saltados o escalados).
* Hay que decirle sí a la certidumbre de actividades que permiten, antes de la ejecución, gran programación previa como la gimnasia artística o la rítmica deportiva; pero también sí a la incertidumbre de deportes tales como el básquetbol, el rugby o el fútbol.
* Hay que decirle sí al desafío del enfrentamiento energético propio de las distintas pruebas del atletismo. Pero también sí a las emociones de los deslizamientos, como en el ski y el patinaje. O los vuelos como en los saltos ornamentales y la gimnasia acrobática.
Mariano Giraldes






martes, 21 de octubre de 2008

Acerca de un Blog

Al comenzar el blog les comentaba sus objetivos que sigo manteniendo. Sin embargo, creo que podríamos enriquecerlo, aprovechando algunas alternativas que ofrecen las llamadas redes sociales tales como Facebook, Second Life o My Space.
Pienso que establecer una red de confianza en torno de uno o más temas de interés profesional y personal, puede transformarse en un ejercicio de descubrimiento y contacto que amplía la mirada que podemos dirigir sobre la Educación Física y el Deporte.
Además, el lado obscuro de las redes, aquello que no se ve, un Blog puede evitarlo. Es que las redes representan enormes bases de datos, aptas para ser usadas con fines comerciales. Por lo que las mismas, frecuentemente, incentivan a los usuarios a completar información personal, para poder disponer de perfiles más completos.
Participar más o menos activamente de un blog, puede dar respuesta rápida a las múltiples demandas que plantea el mundo de las actividades corporales, mundo en constante expansión que requiere aprendizaje y reflexión crítica permanente.

Mariano Giraldes

jueves, 16 de octubre de 2008

Educar sin culpa

En todo proyecto educativo, concebido para ayudar a niños y adolescentes en el proyecto de construirse como personas, la trilogía constituida por los maestros, los padres y los alumnos, requiere de un ajustado funcionamiento. Sin embargo, el debilitamiento del Estado y del resto de las instituciones, con la familia y la escuela incluidas, dificulta tal ajuste. El vértice que más parece haberse deteriorado es el de los padres.
En muchos casos, ellos han resignado su rol de tales. No se animan a ejercer la autoridad y piden a la escuela que ejerza un mayor control sobre sus hijos, a los que consideran descarriados. Lo que significa, ni más ni menos, que no se animan a ejercer su autoridad y piden que lo haga el Estado. Dicho de otra manera, le están dando permiso al mismo para que se meta en sus casas. Este fenómeno se advierte no sólo en Latinoamérica, sino también en Europa y los Estados Unidos.
El discurso progre
Por una serie de razones enraizadas en nuestra historia reciente, se ha extendido un discurso aparentemente progresista, que ha llevado a olvidar algunas cuestiones fundamentales. Por ejemplo, que la familia no está pensada para ser democrática. Debe funcionar como un ámbito de autoridad, en el cual los padres establecen los valores primarios.
Sin embargo, muchos de ellos, se niegan a tal ejercicio, frecuentemente por alguna de éstas razones:
  • La generación actual de padres vivieron peleándose con sus propios padres autoritarios. Se prometieron entonces a sí mismos ser más permisivos y “compinches” de sus hijos. El resultado es que hoy, a la hora de ejercer la autoridad, no lo hacen y se han convertido en no padres.
  • Sienten más culpas de las que deberían porque se separaron, porque trabajan mucho y están poco con sus hijos o porque no les compran todo lo que sus hijos demandan. (Lo que en una sociedad de consumidores puede ser muy sano).
  • Los adultos se han identificado con los jóvenes. Los imitan, inclusive, en sus maneras de vestirse, hablar y divertirse. Antes, las madres de chicas de 16 años estaban vestidas de madres y funcionaban con lógicas de madres. Y las adolescentes funcionaban con lógica de adolescentes. O sea: se pasaban el día frente al espejo produciéndose o apretándose los barritos. Ahora hay dos mujeres frente al espejo, preparándose para correr dos carreras semejantes.

¿Cómo puede pelearse un chico con un padre o una madre que busca ser cada vez más parecido a él? Hay que recordar que peleando con los padres construye el límite. Lo que sucede es que muchos padres olvidan es que los límites hacen falta para crecer. Y posiblemente ignoran que para construir una sociedad democrática , primero hay que tener la idea de ley bien construida. Y eso se aprende en casa.

Es cierto que algunas corrientes del psicoanálisis, se manifiestan en contra de los límites. Argumentan, con razón, de que ante el límite impuesto por los adultos, a los adolescentes sólo les resta someterse o transgredir. Sin embargo, existe otra posibilidad: construir un acuerdo acerca de esos límites.

¿Que habrán pensado acerca de los límites y los necesarios ¡NO! que requieren los hijos, los padres de esos chicos de 17 años, del colegio Cardenal Newman, que murieron hace poco tiempo atrás, en un accidente de auto en la Panamericana?. El accidente se produjo por exceso de velocidad, cuando volvían de bailar, conduciendo un auto de alta gama, que les había prestado uno de los padres.

Decir que nada es como antes es una obviedad. Sin embargo, creo que la escuela no está para ordenar, vigilar y castigar. Ni los maestros deben dedicarse a ver si los chicos tienen piojos. Creo que hay que volver a pactar con los padres. Aun cuando estos vivan en situaciones límites, saben que la escuela es una de las pocas posibilidades que una sociedad injusta y desigual va a ofrecerles a sus hijos. Por lo tanto deben comprometerse a que el chico venga abrigado- ni siquiera digo bien comido- con el pelo limpio, con la noción de que tiene que respetar un espacio de orden, donde va a recibir directivas que deberá escuchar y obedecer. Y ellos mismos deben garantizar que van a concurrir a la escuela cuando sean citados. Insisto: la escuela debe acordar ciertas reglas mínimas con los padres y si no están dispuestos, no se inscribe al chico.

Tales afirmaciones no tienen nada que ver con el autoritarismo. Tienen que ver con que el maestro y la misma escuela necesitan ciertas condiciones mínimas para poder contener a los chicos y educar sin culpa.

Mariano Giraldes