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miércoles, 26 de octubre de 2011

Lo propio y lo ajeno

Cuando Freud recordó que la anatomía es el destino, quiso significar que el cuerpo era el límite de todo anhelo de trasformación subjetiva. La medicina de nuestro tiempo ha demostrado que el cuerpo propio bien puede ser un cuerpo ajeno, con corazón ajeno, pulmón ajeno, o prótesis de toda índole, que vienen a evidenciar que cada uno de nosotros puede estar constituido por lo impropio antes que por lo propio.

A todo esto se ha ido sumando el auge de la metamorfosis genital y ella se ha consumado con el pasaje a lo que podríamos considerar, objetivamente al menos, como el logro del tránsito a la alteridad absoluta. Digo "objetivamente al menos" por que ese pasaje, subjetivamente suele llegar a ser mucho más incierto.

La identidad es una cuestión que la ciencia no terminará nunca de resolver. Estas reflexiones apuntan a situar el proyecto de ley de cambio de sexo dentro de un marco psicológico y ético que no puede ser disociado del derecho. Es imprescindible evaluar esa viabilidad como posibilidad y como derecho caso por caso, sin incurrir en el riesgo de generalizaciones que pueden desconocer las circunstancias personales que impulsan a alguien a tomar la decisión de pasar a ser otro u otra. En suma, es imprescindible prestar minuciosa atención a las motivaciones y al equilibrio o desequilibrio subjetivos que en este tipo de cuestiones siempre están en juego.

El autor es filósofo y ensayista por Santiago Kovadloff para el diario La Nación

lunes, 24 de octubre de 2011

¿Y si jugamos a aprender de los promotores?

Note el lector que el título apela a una de las clásicas fórmulas para empezar cualquier juego en el que está claro que se juega “al como sí…”

Jugando al como si fuésemos promotores de prácticas corporales en búsqueda de sentido, tendríamos que renunciar al control. En cambio, como pedagogos pretendemos controlar los efectos de aquello que enseñamos.

Un promotor no les pide a los asistentes a cualquier práctica que se apasionen con ella. Le alcanza con exponer esa pasión que, casi seguro, lo domina a él. Hay algo allí muy sugestivo. El motor es la pasión; no es la educación ni la cultura. Que tienen otro espacio y otra lógica. Por que lo que es fundamental es la relación que se consigue armar entre la actividad que promociona y los practicantes.

¡Ah! quizás un poco descolgado, se me cruza ahora una expresión feliz de los que juegan al polo competitivo, de cualquier handicap…

Cuando se entrenan para jugar, no dicen “vamos a entrenar”. Dicen "Vamos a jugar una práctica". ¿De dónde les vendrá la expresión? ¿Al competir, seguirán más cerca del juego que del caballazo para obtener ventaja?