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martes, 17 de mayo de 2011

Ginecoestética, una disciplina en auge

Crece la demanda de sus procedimientos, muchos de los cuales dan respuesta a problemas funcionales que dificultan la vida sexual.



Ni borrar las arrugas del rostro ni modelar la cintura ni deshacerse de la celulitis. Nada de eso. La última tendencia en medicina estética es el llamado rejuvenecimiento vaginal -o, en términos más abarcativos, la ginecoestética-, que busca desandar el paso de los años y de los partos en el aparato genital femenino, así como también resolver algunos problemas funcionales que puedan estar obstaculizando la vida sexual.


"Esta es una nueva tendencia que surge de la propia demanda de las pacientes, que comenzó en los Estados Unidos y en Europa, y que ahora se está desarrollando en la Argentina", dijo a La Nacion el doctor Raúl Pinto, presidente del XXI Congreso Argentino de Medicina Estética que se realiza desde el viernes y hasta hoy en la ciudad de Buenos Aires.


Pero a diferencia de las pacientes que visitan el consultorio del especialista en medicina estética, la edad de quienes recurren al rejuvenecimiento vaginal es sensiblemente menor: "Se trata de mujeres que consultan a veces a partir del primer parto, mujeres que pueden tener 25 años, aunque en la mayoría de los casos la edad oscila entre los 35 y los 45 años", agregó el doctor Pinto.


"El rejuvenecimiento vaginal propiamente dicho es una cirugía plástica que se realiza para estrechar el canal vaginal, que muchas veces se agranda con los partos. Dado que el placer durante una relación sexual se produce por el rozamiento del tercio inferior de la vagina, si el canal es más grande no se produce el rozamiento", explicó el doctor Leonardo Imbriano, ginecólogo especializado en estética, que disertó ayer en el citado congreso.


Imbriano comentó que el rejuvenecimiento vaginal es una técnica que ha ganado popularidad -"según la Academia Norteamericana de Cirugía Cosmética, las cirugías de estética genital son las que más aumentaron durante el último año"- en parte debido a la difusión de cirugías realizadas en personalidades del espectáculo. Pero la ginecostética no se agota en este procedimiento.


"Atendemos pacientes desde los 18 años, que consultan porque tienen problemas congénitos de labios menores [de la vagina] más grandes, que les molestan para andar en bicicleta, tener relaciones o usar ropa ajustada -comentó-. Pero también tenemos pacientes de hasta 65 o 70 años, que a partir de la menopausia tienen problemas de sequedad vaginal, lo que causa dolor durante las relaciones."


Algo más que rejuvenecer


La lista de procedimientos que abarca la ginecoestética es amplia, e incluye desde tratamientos mínimamente invasivos hasta cirugías como el ya mencionado rejuvenecimiento vaginal. "Los más sencillos son la infiltración con ácido hialurónico del punto G, para permitir más satisfacción durante la relación, o de los labios mayores y menores de la vagina, para devolverles la turgencia que pudo haberse perdido", señaló el doctor Pinto.


El ácido hialurónico que se emplea para "amplificar" el punto G es el mismo que se utiliza en estética facial para rellenar pómulos, y algo similar ocurre con la toxina botulínica. La ginecoestética contempla su uso para el tratamiento del vaginismo, una contracción de los músculos de la vagina que impide la penetración durante el coito; al igual que cuando se aplica para borrar las líneas de la frente, aquí la toxina permite la relajación de los músculos problemáticos.


Uno de los procedimientos más novedosos es el uso del plasma rico en plaquetas para el tratamiento de la sequedad vaginal. "Se obtiene a partir de la misma sangre de la paciente, que es filtrada para aumentar la concentración de plaquetas, que, aplicadas dentro de la mucosa vaginal, estimulan la secreción de ácido hialurónico, colágeno y elastina, lo que mejora la lubricación del canal vaginal y evita el dolor durante la relación", explicó Imbriano.


FUENTE: Diario La Nación - Sebastián A. Ríos

miércoles, 11 de mayo de 2011

Drama y Hallazgo

El jueves 5 de Mayo, en un noticioso por TV. escuché la trágica noticia de la muerte de un obrero de la construcción, como consecuencia de un derrumbe. Entrevistado por un periodista, uno de los bomberos que se había encargado del rescate del cadáver, queriendo confirmar la mala noticia dijo: “Bajo los escombros, encontramos el cuerpo que se encontraba en el hombre”.
Acostumbrado como estoy a la extraña jerga que utilizan policías y bomberos cuando informan en público, casi me río, pese al drama que había costado una vida. Hasta que me di cuenta de que esa construcción de la frase bien podría considerarse un hallazgo semántico.
Es que posibilitados como estamos de construirnos el cuerpo soñado gracias a la ayuda de la ciencia y la tecnología, parecería que podemos suplir aquello que la naturaleza, poco pródiga con algunos de nosotros, no nos otorgó. A mano tenemos un arsenal de recursos que puede convertirnos en propuestas sexuales insoslayables, capaces de cotizar alto en el mercado del deseo. Gimnasias de todo tipo, aparatos computarizados que valen más que un automóvil, bicicletas y cintas que no llevan a ningún lado pero que nos pasean por bosques y lagos, entrenadores personales, maestros del cuerpo y gurúes con métodos infalibles, cirugías estéticas y tratamientos revitalizadores destinados a anclarnos en una edad que ya no tenemos, lipo aspiraciones que sólo logran que la grasa que se quita, emigre hacia otro lado, injertos de colágeno que a veces resisten y otras explotan, vitaminas, suplementos, anabólicos que colaboran a desarrollar “gordos musculares”, candidatos al infarto y a la impotencia, dietas con efecto rebote asegurado, cremas y productos de belleza de todo tipo, están tan al alcance de la mano que inevitablemente uno se hace, al menos, dos preguntas:


¿Dónde queda el hombre genuino, escondido como puede estarlo detrás de ese cuerpo fabricado por tamaño bricolaje corporal?


¿No puede entonces resignificarse la frase del bombero?



Mariano Giraldes