En el corto tiempo que llevamos editando el blog hemos aprendido que los artículos cortos son mejor recibidos. En el caso de aquellos relativamente extensos vamos a proceder como a continuación: presentando el material en pequeñas entregas sucesivas.
Voy a comenzar con un concepto que he esbozado en otras oportunidades: casi todos nosotros, de una u otra forma, nos hemos chocado con la escena más temida por todo maestro del cuerpo: que los alumnos/usuarios/clientes ó atletas (¡no son la misma cosa!) no quieran llevar adelante sus prácticas de acuerdo a la manera que nosotros suponemos adecuada. Bien puede suceder que no quieran aprender lo que nosotros les queremos enseñar con lo cual nos encontramos ante un problema que puede ser considerado apasionante. Si no fuese por la angustia y la incertidumbre que nos provoca.
Puede suceder que estemos emitiendo mal la propuesta. O la forma de proponerla. O también puede ser que estemos haciendo una mala lectura de la marcha que están siguiendo las sociedades actuales y sus demandas en torno a lo corporal, en la modernidad tardía o posmodernidad.
En esa marcha se ha pasado del nosotros colectivo, típico de la modernidad, al individuo hedonista, múltiple, que elige –supuestamente- lo que quiere hacer con su cuerpo. Se ha pasado de tener un cuerpo como destino inevitable que podía ser dominado, controlado e higienizado por las instituciones, a un cuerpo de mi entera responsabilidad, al que puedo gestionar como quiero.
El deporte y los modelos corporales asociados al mismo, como cualquier otra práctica social, reproduce los valores predominantes en el contexto socio-cultural donde se realiza. Esto no se discute. La violencia en el fútbol, los barras brava, la corrupción son un reflejo de la sociedad argentina. Lo que sí vale la pena discutir en un blog como este, es cuáles son esos valores y, sobre todo, cuál es el futuro probable y deseable de los mismos, admitiendo una interpretación de la realidad que se realiza con los ojos interesados de un educador.
El punto de partida, entonces, comienza señalando que los valores que han acompañado a la cultura deportiva ó, mejor aún, a la cultura de lo corporal (con el deporte dentro de ella) no son atemporales y asociales; sino que han evolucionado históricamente acompañando las transformaciones ocurridas en la sociedad.
Luego hay que proseguir diferenciando entre tres modelos de sociedad: la tradicional, la moderna y la posmoderna ó de la modernidad tardía. Se diferencian todas ellas por el tipo de valores que otorgan significado a los corporal y por sus mecanismos de producción de sentido.
El proceso de transformación de la sociedad tiene su reflejo en el deporte que irá modificando su naturaleza y sus formas para adaptarse y dar respuestas a las expectativas generadas por el surgir de nuevos valores sociales.
Punto clave: ni el deporte ni las otras actividades corporales como la gimnasia por ejemplo, podrán ser entendidas analizándolas por separado de la sociedad que las practica.
Por eso, los deportes introducidos de una fuente extranjera deberían ser rápidamente modificados y adaptados para que armonicen con los valores y las normas tradicionales de la sociedad que los acoge, ya que de otra forma podrían llegar a ser perturbadores. Así, por ejemplo, en los equipos zulúes de fútbol los iyanga ó doctores cumplen un rol preponderante en los equipos: ellos son los que se encargan de evitar las fuerzas malignas provenientes de las hechicerías de sus rivales y de enviar las propias a los equipos que han de enfrentarse.
Mariano Giraldes
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