Las padece el 25% de la población adulta
Los que acuden al especialista suelen hacerlo “arrastrados” por sus esposas.
Las várices están dejando de ser un motivo de preocupación exclusivamente femenino. Si bien las estadísticas siguen siendo desfavorables para ellas –pues por cada varón con várices hay siete mujeres en idéntica situación-, los hombres hoy están empezando a animarse a pisar el consultorio del médico flebólogo, aunque la mayoría de las veces lo hagan de la mano de su esposa.
“Ha crecido la consulta del hombre, que actualmente quiere verse mejor estéticamente -comentó a LA NACION el doctor Roberto Simkin, experto en cirugía vascular, durante un intermedio del XII Congreso Internacional de Flebología y Linfología que se realizó recientemente en Buenos Aires-. Es común que los que consulten sean personas que ya han recurrido a otros tratamientos estéticos, como la cirugía plástica o la toxina botulínica”.
“Hoy en día, hay una presencia importante de varones en la consulta por várices”, coincide el doctor Alberto Deluchi Levene, presidente de la Sociedad Argentina de Flebología, que también presidió el citado encuentro científico. “Se trata, en general, de hombres jóvenes que hacen deportes y a los que no les gusta andar ostentando las várices”, precisó el especialista. Pero así como detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, detrás de cada hombre que acude al flebólogo también suele haber una mujer que lo lleva a los empujones al consultorio. “El hombre tiene miedo de operarse, miedo de que le duela –explicó Simkin, actual secretario del Forum Venoso Latinoamericano-; generalmente lo trae arrastrando al consultorio su mujer, que está más al tanto que él de los tratamientos modernos y menos invasivos.
”Por suerte, los tratamientos mínimamente invasivos ganan más terreno día tras día dentro de la práctica flebológica. “Hay una tendencia al uso de los métodos láser”, confirmó el doctor Kasuo Miyake, flebólogo del Hospital de Clínicas de San Pablo, Brasil, que presentó durante el citado congreso su experiencia con el láser endoluminal.
Esta tecnología se utiliza para el tratamiento de las várices más profundas, y entre sus ventajas se cuenta el permitir una más rápida recuperación del paciente, en comparación con la cirugía.
Antiestético y disfuncional
“Las várices son un trastorno de las venas extremadamente frecuente: el 25% de la población va a tener várices”, apuntó el doctor Deluchi Levene.
Por ser tan comunes, agregó el especialista, a las várices se las acusa de causar una infinidad de molestias y trastornos, que muchas veces responden a otras causas. “Las várices molestan menos de lo que la gente cree –aseguró-. Las personas jóvenes suelen culparlas de causar pesadez, dolor, contracturas, calambres nocturnos, que en realidad responden a otras causas y que recién aparecen cuando la enfermedad ha progresado con el paso de los años.
”En la juventud, explicó, “son más un problema estético que funcional. Pero como constituyen un trastorno que no se revierte solo, de no ser resuelto tempranamente puede dar lugar a complicaciones serias durante la vejez”.
El tratamiento tradicional es la cirugía, durante la cual se extraen las venas varicosas. El procedimiento centenario –el flexoextractor fue creado en 1905 por el doctor Mayo en los Estados Unidos- es altamente efectivo. Más reciente es la escleroterapia, que consiste en la inyección de sustancias que ocluyen la vena enferma. Sin embargo, las terapias más modernas son las que emplean láser, que a su vez se dividen en dos: el láser transdérmico, que se emplea para las várices más pequeñas, y el endoluminal, para las de mayor importancia.
Cuándo recurrir al láser
El láser endoluminal, que arribó a la Argentina hace sólo tres años, consiste en introducir dentro de la vena afectada una fibra láser que fotocoagula sus paredes y la ocluye. “La recuperación del paciente es mucho más rápída que en la cirugía –comentó el doctor Simkin-; además, es menos dolorosa y reduce los riesgos de complicaciones postratamiento.
”Aunque es una técnica “muy buena –agregó- todavía no tiene diez años”. “Faltan resultados a largo plazo”, coincidió Deluchi Levene.
“Aunque cada vez se tiende a usar más el láser, creo que hoy es importante hacer una buena selección de los pacientes –opinó el doctor Miyake-. El resultado estético del láser no es todavía tan bueno como el de la cirugía, por lo que sugiero combinar ambas técnicas.
”Para Miyake, el láser como monoterapia es la opción más adecuada para pacientes en los que otros problemas de salud sugieren no recurrir a la cirugía, o en los que las várices han devenido úlceras. “Aquí, los problemas estéticos han pasado a un lugar secundario y lo que hay que resolver es el problema funcional, y en eso el láser es muy bueno”, aseguró el especialista.Su colega norteamericano, el doctor Lowell Kabnick, director del Vein Institute de Nueva Jersey, Estados Unidos, coincide en que el láser endoluminal es altamente eficaz para ponerles un punto final a las venas varicosas. “Es entre un 5 y un 6% más efectivo en lograr la oclusión de la várice”, dijo este flebólogo que se ha volcado por completo al uso del láser.
Además, agregó el doctor Kabnick, que lleva más de 1000 pacientes tratados en cuatro años, “quienes se someten a una cirugía no quieren repetirla, mientras que le láser es mucho más fácil de tolerar”.
Por Sebastián A. Ríos
De la Redacción de LA NACION
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