Primera impresión y contradicción.
La Educación Física tiene en su haber algunos conocimientos que le son propios, por supuesto que dentro de estos se encuentra lo que se ha dado en llamar Vida en la Naturaleza. Esta configuración de movimiento, sostengo, más allá de su legitimación ganada por y con el tiempo, no posee aún claridad en cuanto a cuáles son los contenidos que abraza. El debate se abre aún más, cuando se observan los diseños nacionales y a partir de estos los jurisdiccionales que sirven de guía para el tratamiento de esta -la vida en la naturaleza-.
La Educación Física tiene en su haber algunos conocimientos que le son propios, por supuesto que dentro de estos se encuentra lo que se ha dado en llamar Vida en la Naturaleza. Esta configuración de movimiento, sostengo, más allá de su legitimación ganada por y con el tiempo, no posee aún claridad en cuanto a cuáles son los contenidos que abraza. El debate se abre aún más, cuando se observan los diseños nacionales y a partir de estos los jurisdiccionales que sirven de guía para el tratamiento de esta -la vida en la naturaleza-.
Segunda impresión y contradicción
La Vida en la Naturaleza, (afirmo), nos permite contactarnos con diferentes escenarios que recrean nuestros sentidos y que nos dan la grata experiencia, o no, de conocernos y de reconocernos en y con el otro, en y con el compañero, en y con el amigo, en y con el docente, en y con el entorno.
Considero que hay algo de "magia" en este tipo de prácticas, algo que las hace especiales, particulares. Una caminata por un lugar agreste en un día lluvioso, por ejemplo, es dejar que nuestra piel sienta esa humedad y dejar que la brisa nos haga percibir el frío en nuestro cuerpo, y la lluvia deja de ser ciencia explicada en evaporaciones y condensaciones, y en diferencias de presiones atmosféricas, para ser sólo agua que atraviesa y que nos transforma en seres de encanto, de reniego, de fobia o de sonrisa.
El arco iris que aparece allá en el horizonte, no es la refracción de los rayos solares que por la humedad de la atmósfera hace que nuestra vista perciba con diferentes colores, sino que es el signo de que la lluvia ha amainado. Es tan sólo un puente tricolor que une al cielo y a la tierra y el placer se deposita en observarlo hasta que se va desdibujando como dejándose esfumar a paso lento.
El trueno y el relámpago no son luz y sonido que se procura por la diferencia de cargas eléctricas y por la energía que de ellas se desprende, son, tal vez, chispazos que primero encandilan para luego dar paso a sonidos que hacen vibrar hasta nuestras fibras más íntimas; y esta magia, como dije anteriormente, nos da la posibilidad de conocernos y la de conocer al otro, conocer al otro con sus miedos y con sus valentías, conocernos a nosotros con nuestros miedos y con nuestras valentías; nos da la posibilidad de dialogar mientras nos mojamos, o de correr a guarecernos, o de solicitar u otorgar ayuda, ya sea prestando un abrigo u ofreciendo una mano, o emitiendo una palabra o permaneciendo callados.
Los eclipses dejan de ser un fenómeno físico-matemático de transposición de astros y conos de sombra, y se transforman tan sólo en esa bella experiencia de observar como la luna o el sol se van apagando muy despacio, muy suavemente, consumidos por una nube que los cubre perfectamente.
¿Será importante volver sobre esto? Volver a permitir que las personas (niños, adolescentes, adultos y/o viejos) vuelvan sobre estas vivencias de sentir, de observar, olvidándose un poco de lo que el saber científico brinda. ¿Será que las prácticas corporales realizadas en medios naturales tal vez pueden decantar en experiencias que a la vez de diferentes pueden constituirse en gratas y ricas?. ¿Será que la relación que seamos capaces de establecer con nuestros cuerpos también tendrá que ver con aprender a respetar al otro pero además también tendrá que ver con ser cuidadosos con el medio en el cual vivimos?
Hablar de Educación Física y sostenerla como un conjunto de prácticas que nos permiten re-construir nuestra corporeidad permanentemente, en y por el movimiento con el objetivo de proporcionarnos una mejor calidad de vida, ¿no incluirá ser capaces de llenarnos de "magia" respirando, transpirando, sintiendo, observando; en síntesis "amando" el entorno, "amando" la naturaleza?. Naturaleza que por otra parte, en los tiempos que corren, está siendo demasiado matratada, vapuleada, profanada y explotada.
Una carta escrita por el jefe Seattle de la tribu Suwamish, hace 153 años, al presidente de los E.E.U.U., Franklin Pierce, dice en algunos de sus párrafos: "Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo"... "El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol, el hombre"... "debéis enseñar que: Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra"... "Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra".
Esto, ¿será posible de enseñar?. Confío en que sí, de lo contrario no escribiría...
Claudio Trigo. Licenciado en Educación Física. Profesor en el Instituto del Profesorado de Educación Física de La Rioja.
1 comentario:
Simplemente aplaudo tu forma de escribir!!! César Olita profesor de educación física, cursando la licenciatura orientada a la actividad física y deporte en la naturaleza. Saludos
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