Enrico Udenio, escritor y especialista en comercio exterior en su ensayo "La hipocresía argentina", proporciona algunos puntos de vista que pueden ser útiles en las frecuentes discusiones en que solemos enzarzarnos respecto a la disparidad evolutiva en el desarrollo de países como Argentina, Australia y los Estados Unidos, los cuales en su constitución, parecen mostrar similitudes.
Así, por ejemplo, estas nuevas naciones, nacidas en el siglo XIX, organizadas en grandes extensiones territoriales, se sentían portadoras de destinos de grandeza. Todas fueron fuertemente influenciadas por la cultura, el idioma, las ideas políticas y la fe religiosa de sus colonizadores. Ahora bien: ¿Por qué las naciones colonizadas por Inglaterra se encuentran entre las más desarrolladas del mundo, mientras que la Argentina -al igual que otras naciones latinoamericanas- sigue luchando por su crecimiento? ¿A qué se debe tamaña disparidad evolutiva?
Probablemente el caso argentino sea el más impactante. Fabricó y creyó en la utopía de que podía llegar a convertirse en una nación líder en el mundo y terminó padeciendo uno de los fracasos más estruendosos de la historia moderna. Aún hoy, la Argentina sigue siendo inexplicable, desconcertante, para la mayor parte de los analistas políticos y los historiadores.
No resulta fácil, claro, comprender que en una nación que declara ser republicana y federal, cada gobierno que accede al poder somete a las provincias, no participándolas de los recursos económicos provenientes de los impuestos nacionales y las retenciones. Tampoco que un pueblo como el argentino, que pregona el cumplimiento de la ley, en realidad sólo la cumpla si le resulta conveniente. Probablemente sea cierto -tal como observan muchos- que somos talentosos y creativos. Pero nos hemos dedicado con desmesurado ahínco a cultivar la anarquía y a transgredir. O también a consumir más de lo que nuestras posibilidades nos permiten, lo que lo empuja a recurrentes crisis económicas y, con ellas, a la ruptura moral de la sociedad.
Udenio explora la responsabilidad que le cabe a todos los argentinos en este resultado. Se basa en la idea de que un pueblo no es inocente de aquello que le sucede y que un signo de adultez consiste en hacerse cargo de las consecuencias de los propios actos. Sin duda nuestros dirigentes han tenido -y tienen- una gran cuota de responsabilidad. Pero, por una parte, los hemos elegido nosotros y, por otra, nosotros mismos hemos demostrado abundantemente cuánto nos cuesta cumplir con el trascendente rol de ciudadanos: es decir, el rol de aquellos capaces de gobernar y de ser gobernados.
Síntesis del libro "La hipocresía argentina", de Enrico Udenio.
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