Si al eclipse de los afectos entre los seres humanos lo llamamos, para fraseando a Nietsche, desierto emocional, el peligro consiste en que nos convirtamos en verdaderos habitantes de ese desierto y nos acostumbremos a vivir en él. Sólo de aquellos que consigan resistir el padecimiento de vivir bajo las condiciones que establece el desierto, podremos esperar que se armen del coraje suficiente como para construirse como sujetos actuantes.
MG
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