CHICAGO.- Mantenerse físicamente activo durante el tratamiento del cáncer y después de él no sólo ayuda a las personas que padecen o han padecido esa enfermedad a cuidar su salud cardiovascular y a mantener un peso saludable (beneficios que valen para todos aquellos que se ejercitan regularmente), sino que, además, reduce el riesgo de que reaparezca el tumor.
Los estudios realizados en pacientes con cáncer muestran que los que se mantienen activos son menos propensos a sufrir distintos tipos de tumores, como, por ejemplo, los de mama o de colon, y presentan, además, una mayor sobrevida al cáncer", dijo la doctora Jennifer A. Ligebel, investigadora del Instituto del Cáncer Dana Farber, de los Estados Unidos, que disertó sobre los beneficios de la actividad física en pacientes con cáncer en la 46» Reunión Anual de la Sociedad Norteamericana de Oncología Clínica (ASCO, según sus siglas en inglés), que se realiza aquí, en Chicago.
La lista de evidencias científicas que respaldan sus dichos ha crecido exponencialmente en los últimos años. El ya clásico Estudio de Salud de las Enfermeras, de la Universidad de Harvard, que desde 1976 monitorea la salud de 238.000 mujeres, halló que la práctica regular de actividad física en pacientes que habían sido tratadas por cáncer de mama redujo en un 50% la reaparición de la enfermedad.
"Eso se obtuvo tan sólo con 3 horas semanales de ejercicio, en comparación con mujeres que realizaban menos de 1 hora por semana", agregó Ligebel.
Resultados similares han sido obtenidos también en pacientes con cáncer de colon, según dijo Ligebel, en los que la práctica de actividad física redujo un 50% el riesgo de reaparición del cáncer así como también en una proporción similar el riesgo de muerte de causa cardiovascular.
"Mantenerse activo -agregó el doctor Kerry S. Courneya, de la Universidad de Alberta, Canadá- ha mostrado en todos los estudios clínicos que mejora distintos aspectos, como el estado cardiorrespiratorio de los pacientes, su fortaleza, su imagen corporal y su autoestima, al mismo tiempo que reduce la ansiedad y la depresión que suelen experimentar después del diagnóstico y del tratamiento."
Nuevas guías
El análisis de este sólido y consistente cuerpo de evidencia científica llevó a la formulación de nuevas guías para la prescripción de actividad física en personas que han tenido cáncer, por parte de un comité de expertos del Colegio Americano de Medicina del Deporte, de los Estados Unidos.
Las nuevas guías presentadas en el congreso de la ASCO recomienda que los pacientes practiquen los mismos 150 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada que se recomiendan en forma general para toda persona sana.
"Los pacientes con cáncer a los que se les ha dicho que descansen y eviten el ejercicio pueden y deben encontrar formas para mantenerse activos durante y después del tratamiento", afirmó la doctora Kathryn Schmitz, investigadora de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, que participó del desarrollo de las guías.
Estas revierten recomendaciones sobre los potenciales riesgos del ejercicio, como las que hasta ahora pesaban sobre las pacientes que padecían una dolorosa afección asociada al cáncer de mama llamada linfedema.
"Contamos en la actualidad con un deslumbrante cuerpo de evidencias de alta calidad que muestran que el ejercicio durante y después del tratamiento es seguro y beneficioso para estas pacientes, aun para aquellas que han sido sometidas a complejos procedimientos como el trasplante de células madre", dijo la doctora Schmitz, que aclaró que es importante consultar con el médico tratante cuál es el mejor ejercicio a practicar en cada caso en particular, y con qué intensidad y frecuencia.
EFECTOS BENEFICOS DEL TE VERDE
CHICAGO (De un enviado especial).- Un extracto de té verde ha demostrado tener cierta actividad terapéutica en pacientes con leucemia linfocítica crónica, según un estudio realizado por investigadores de la Clínica Mayo, cuyos resultados se presentaron en el encuentro anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica. Más precisamente, es el galato de epigalocatequina, uno de los principales componentes del té verde, el que ha demostrado reducir el número de células malignas. Aún así, los investigadores aclararon que es temprano para formular recomendaciones en torno a su uso terapéutico.
FUENTE: Diario La Nación - Sebastián A. Ríos
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