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martes, 9 de diciembre de 2008

¿Cuerpos salvajes ó cuerpos domesticados ?

La revista “Cuerpo y Mente en el Deporte” me pidió que escribiese un artículo que tratase sobre la incidencia de la crisis nacional y global que atravesamos, sobre las prácticas corporales que se realizan en los gimnasios. Esto es lo que les envié.


Resulta una obviedad señalar que, en época de crisis, el cambio en el “humor social” se hace evidente. Todos podemos percibirlo. Por eso, ante la consulta de “Cuerpo y Mente”, habría que tratar de evitar los juicios apresurados.
Si pese a todo, se abandona la reflexión sosegada, se puede caer en la tentación de contestar que sí, que ellas, las prácticas corporales que se realizan en ámbitos caracterizados por un servicio que se demanda y se presta, se verán afectadas. ¿ Un ejemplo? Cada siete años- tiempo que tardan en repetirse las crisis económicas y sociales argentinas- la actividad de la mayoría de los gimnasios merma.
Disminuye en aquellos que se manejan con la lógica del consumo. Gimnasios que complacen a sus clientes y sus deseos, que intentan generar deseos nuevos, que no vacilan en ofrecer sus propuestas pensando en consumidores que compran un producto en el gimnasio de la misma manera que lo hacen en la góndola del supermercado: ponen en el changuito unos glúteos bien duros, unos bíceps hipertrofiados, un abdomen chato. Para estos gimnasios, el marketing estratégico es crucial. Hablan de fidelización del cliente y llevan controles de la cantidad de meses que cada usuario concurre. (Antes de la crisis, un gimnasio top de La Plata, mostraba estadísticas catastróficas: un mes de permanencia por año, de promedio. Otras investigaciones argentinas muestran números más alentadores) .
Lo que está pasando con el consumo en la Argentina está a la vista. Ha descendido de manera notable. En consecuencia aquellos gimnasios cuya filosofía es ofrecer un producto para ser consumido, harán bien en preocuparse.
Otra de las preguntas de la revista rezaba:

¿ Qué resultados puede esperar una persona que interrumpe sus prácticas corporales?

Parece claro que la respuesta es una: nefastos. Sin embargo habría que enfocar este interrogante, nuevamente, desde otro ángulo. Veamos un poco: una inmensa cantidad de argentinos se preocupa por su cuerpo con el mismo concepto que usa para iniciar una dieta para bajar de peso. Es decir, con el criterio de algo que comienza y termina.
Empiezan cuando se comienzan a sacar la ropa por la llegada de los calores y la terminan al irse de vacaciones. Huelga decir que tal procedimiento no tiene amparo.
Ni en un caso ni en el otro desarrolla un habito, que signifique comprensión de la importancia de lo corporal como parte de su cultura. Hábito de tal trascendencia personal , que lo lleva a ejercitarse corporalmente y comer -sin suicidarse- durante toda la vida. Habría que pensar entonces en la necesidad de un alguien que transmita para que otros “in corporen” ( se haga cuerpo), un bien de la cultura. Que signifique que cada uno pueda construir un proyecto autogestivo de su propio cuerpo que dure toda la vida. Tal proyecto implica:
a. Prácticas corporales significativas durante toda la vida
b. Alimentación de calidad en aquellos que se pueden dar el lujo de que sea suficiente.
c. Comprender el valor inmenso de aprender a cuidar de sí mismo.
d. Aprender a dejar entrar al otro en el uno. La marcha individualista de las sociedades atenta contra este propósito. Las prácticas corporales no deberían ser prácticas narcisistas y aisladas. Estamos más conectados que nunca de manera virtual y , al mismo tiempo, más desconectados que nunca en los vínculos interpersonales. Habría que pensar entonces, nuestras maneras de pensar lo corporal. Puede llevarnos a conclusiones interesantes. Por ejemplo a aceptar que un cuerpo es, necesariamente, un cuerpo entre otros cuerpos. Este punto tiene que ver con la salud emocional.
e. Tener proyectos y mantener vivos las devociones, los gustos, las pasiones. Uno es tan viejo como sus recuerdos y tan joven como sus proyectos.
Interpreto que un gimnasio o cualquier maestro del cuerpo capaz de transmitir estos conceptos, no se verá afectado por la recesión de la misma manera que aquellos que siguen la lógica de una sociedad de consumidores. Es que habrán enseñado el valor de establecer una relación más inteligente con el propio cuerpo. Dado que mi cuerpo es... la relación que logro establecer con él. Y una vez que la establecí quiero mantenerla, porque yo soy lo que es mi cuerpo.
Si nos olvidamos de las interpretaciones orientales por un momento, podemos decir que las crisis son también momentos de decisión. En tiempos como los actuales, la decisión que debemos tomar aquellos que nos consideramos pensadores de la cultura corporal, ( que a veces debe convertirse en una verdadera contracultura habido cuenta de la estupidización progresiva de los cuerpos que suelen proponerse), consiste en tener claro si lo que ofrezco tiene más que ver con alcanzar el placer por moverse, aprender y relacionarse con otros que mora en cuerpos, en cierto sentido, salvajes o cuerpos domesticados, útiles socialmente, los cuales a medida que aumentan su valor económico disminuyen su valor político.


Mariano Giraldes.

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