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jueves, 28 de mayo de 2009

Un freno a las señales de dolor


Aliviar el dolor es uno de los usos de la musicoterapia que más respaldo científico ha obtenido en los últimos años. "He tenido el honor de trabajar con personas con cáncer, personas en el final de sus vidas, y personas en el otro extremo: mujeres en trabajo de parto. Todas personas que han sufrido dolor y que han comentado que en esos momentos son capaces de hacer foco con su atención en la música, obteniendo asociaciones de imágenes que tienen un muy positivo efecto calmante", comentó a LA NACION la doctora Suzanne Hanser, ex presidenta de la Federación Mundial de Musicoterapia.
El efecto calmante o relajante de la música ha sido explicado a través de estudios cerebrales. "Cuando una persona está prestando atención a la música, el estímulo del dolor físico subiendo hacia el cerebro es inhibido por la actividad de muchas áreas del cerebro, no sólo en el córtex, sino también en el sistema límbico, que tiene que ver con los sentimientos y con la memoria, y con sus efectos sobre el sistema nervioso", explicó Hanser, que participó del XII Congreso Mundial de Musicoterapia, que se realizó el año pasado en la ciudad de Buenos Aires.
"Entonces, la presión sanguínea decae y el ritmo cardíaco baja, y los neuroquímicos y los neurotransmisores son liberados por las células del cerebro -continuó-. Y todas estas actividades inhiben las señales de dolor, impidiendo que ingresen al cerebro y sean percibidas."
Fuente: Diario La nación del 24 de mayo de 2009

miércoles, 20 de mayo de 2009

Todos los aparatos se apagan con un botón


· De acuerdo con tres investigaciones realizadas en Japón y Estados Unidos, la violencia de los videogames provoca en quienes lo juegan mayor agresión física en la escuela.
· Una encuesta realizada por Cartoon Network comprobó que cuatro de cada diez chicos argentinos menores de 15 años, de clase media alta y alta, tienen Internet en su habitación. Y más de 7 de cada diez también tienen televisión.
· Cuatro de cada diez chicos de entre 10 y 18 años le restan tiempo al estudio para navegar en la Web, según se desprende de un informe sobre el impacto de las nuevas tecnologías en los países de América Latina
· Siete de cada diez adolescentes de entre 13 y 19 años pasan entre 3 y 6 horas por día frente a una computadora, según una encuesta realizada en Capital Federal por el Centro de Asistencia de la Salud de Mental Aralma.
· De acuerdo con investigaciones de Eurobarómetro- un registro que integró información sobre distintos países- apenas dos de cada diez padres controla cómo su hijo utiliza Internet. La cifra coincide con los sondeos realizados en la Argentina.
· Según diversos especialistas, la edad de jugar con juguetes se acortó tres años en dos décadas. La computadora, la Play Station y los reproductores de MP3 son los entretenimientos preferidos de los chicos y roban terreno a las muñecas, las pelotas y los autitos.
Estos datos nos permiten seguir pensando en los chicos hiperconectados, sobre estimulados, de la nota anterior. Carl Honoré, periodista y escritor canadiense por adopción, en el mencionado libro “Bajo presión”, expresa su punto de vista sin pelos en la lengua: “Hay que desenchufar todos los aparatos y decirles a los chicos que salgan a jugar”. El éxito editorial del libro parecería, al menos, indicar que unos cuantos padres lo han escuchado.Honoré no comparte la teoría de que los chicos actuales pueden chatear, ver televisión y hacer la tarea escolar, todo al mismo tiempo. “Eso es un mito. Es cierto que estudian de una manera que no lo hacíamos nosotros, pero ¿ha experimentado el cerebro humano una evolución tan grande que le permita esa actividad? No. Las últimas investigaciones muestran que el cerebro humano, incluido el de los niños nacidos virtuales, no reaccionan bien frente a la multitarea que requiere una acción secuencial. Cuando alterna entre una cosa y otra, se pierde tiempo y energía cerebral.

Celosos guardianes

Carl Honoré, que acaba de publicar “Bajo Presión”, una investigación sobre el problema de educar a los chicos en un mundo hiperexigente y competitivo, nos proporciona unas cuantas claves que vale la pena reflexionar.
Cuando los adultos secuestran la infancia, los niños pierden aquello que da significado y color a la vida humana: las pequeñas aventuras, los viajes secretos, los contratiempos y percances, una fresca anarquía. Los momentos de soledad y hasta de aburrimiento. Los jóvenes acaban asimilando que lo más importante en la vida no es encontrar un camino propio, sino el trofeo o el diploma adecuado para poner en la pared de la casa.
En vez de colaborar en su crecimiento nos hemos convertido en celosos guardianes de la realización de un proyecto que sólo nosotros imaginamos y en el que los niños no tuvieron ninguna participación. Hay quien piensa que ésta es la única manera de prepararlos para vivir en una sociedad hiperexigente. Sin embargo, la realidad muestra que los efectos son contrarios: niños ansiosos, atemorizados sin causas aparentes, desconcentrados, obesos, irritables, inseguros. La lista es larga.
Habría que comprender que los niños tienen una determinada cantidad de aptitudes e intereses, y que hay muchos caminos para convertirse en adultos. La vida no se acaba por no entrar en una buena universidad, ni a todo el mundo le interesa la bolsa de valores. Si vamos a reinventar la infancia de un modo que sea bueno para los chicos y para los adultos, tenemos que aprender a tolerar la diversidad, la duda, las asperezas ocasionales incluso el conflicto. Tenemos que valorarlos por lo que son y no por lo que queremos que sean.
Los chicos necesitan sentirse seguros y queridos; que los apoyemos y que les brindemos generosamente tiempo y atención. Necesitan límites, pero también espacio para equivocarse y arriesgarse, un margen para ser ellos mismos. Pasar tiempo al aire libre, comer sano. Fundamentalmente, aspirar a algo mayor que tener el último cachivache de moda.