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jueves, 26 de junio de 2008

ALCOHOL... ¿EL MISMO EFECTO PARA TODOS?

El alcohol no tiene el mismo efecto a cualquier edad. Las razones son las siguientes:
  1. Hasta los 21 años no se desarrolla el sistema oxidativo que permite metabolizarlo o sea "asimilarlo" con mayor o menor propiedad.
  2. Hasta esa edad el sistema neuronal no se termina de desarrollar.
  3. El sistema de desintoxicación tampoco esá maduro en la adolescencia, ya que necesita de la inducción de las hormonas sexuales.

Recordar:

  • Al tomar alcohol, se sepa o no, uno se "mete" adentro del cuerpo un psicofármaco que va a traerle depresión ya que no es un estimulante como se cree, más que en su primera fase.
  • En la segunda etapa es depresora de distintas capas de la corteza cerebral. Por eso los patéticos cuadros de chicos vomitando, tirados por el piso como consecuencia de los excesos.
  • El alcohol no es alimento porque no ingresa energía ni masa al organismo con su ingesta. Lo que ingresan son calorías vacías que engordan, dado que cada gramo de alcohol tiene 7,1 calorías.
  • Una sola dosis excesiva, durante el embarazo, pasa a través de la barrera hematoplacentaria y puede producir malformaciones craneofaciales en el bebé.
  • Ciertos rituales de moda tales como beber, varones y mujeres por separado, antes de ir a bailar, beber luego en la entrada de la disco y, por último, adentro del boliche un "mix" de bebidas, mezcladas en un único recipiente, no son pasaporte a la diversión. Más bien todo lo contrario. Combinar con bebidas energizantes y viagra agrava los cuadros.

martes, 17 de junio de 2008

ACERCA DE LA EVALUACIÓN (continuación)

El currículo por objetivos

Un currículo por objetivos ganó rápidos adeptos en el campo de la Educación Física porque coincide con la racionalidad técnica e instrumental que siempre ha predominado. Con ciertos aspectos de la misma se puede coincidir. En definitiva no creo que muchos duden que los alumnos deben aprender habilidades motrices de validez social y deben poder concretarlas con un mínimo de aptitud. El problema es la exageración y las consecuencias de una errada aplicación de esa racionalidad técnica, una de las cuales es su influencia concreta sobre la elección de los contenidos y la manera en que se trasladan. Se enfatiza la enseñanza de aquellas actividades cuya performance se puede medir o cuantificar su ejecución.
Dicho proceder comenzó en los años 60 y perdura sin dudas hasta nuestros días.
De estas concepciones a que la evaluación en Educación Física se limitase primordialmente a test de condición física y habilidades motrices, hay un solo paso.
Estos procederes han recibido sus críticas. Así, Kirk, D. (1995) en “Educación Física y currículo” dice: “La mayor parte de los tests aplicados en la Educación Física escolar provienen de dos grandes campos de conocimiento, ambos muy cercanos a las ciencias biomédicas (sobretodo de los marcos de pensamiento y racionalidad que existen detrás de su aplicación): el rendimiento deportivo y la antropometría.
Y repite que este sistema de evaluación “proviene del modelo curricular por objetivos. Un enfoque centrado en la conducta del alumno y claramente vinculado con una preocupación por medir su rendimiento, el cual se considera como indicador de la enseñanza y la calidad de un programa educativo”.
A su vez Blázquez (1999ª: 173-174) encuentra seis aspectos censurables al utilizar los tests tradicionales como evaluación:
  1. Tienen una meta estática: nos presentan un inventario de factores motrices como criterio del nivel motriz real del individuo.
  2. Confunden la capacidad medida por un test concreto, con las capacidades potenciales y reales de un individuo.
  3. Descuidan la eficacia motriz funcional.
  4. Pretenden llegar a una puntuación final justificada que globalice los resultados del sujeto. Están más centrados en los productos finales que en los procesos seguidos.
  5. Los tests tienden a utilizar el desvío de la norma más como elemento de diferenciación de los sujetos que como punto de partida para rastrear las dificultades del alumno.
  6. Desembocan en un parcelamiento de la motricidad al resumir la complejidad de la conducta motora a un mosaico de factores.

Estos aspectos considerados por Blázquez muestran que si la evaluación en Educación Física se reduce a la medición de la condición física y de ciertas habilidades motrices, es lógico suponer que las clases estarán destinadas al entrenamiento de esos aspectos, lo que implica una muy limitada visión y comprensión de la importancia de conseguir otros objetivos más complejos, genéricos y formativos. Como por ejemplo el largo y costoso aprendizaje del fair-play, importantísimo en una época en que se despenaliza todo y no existen normas respetadas de comportamiento social.

Recuerdo cuando hace años atrás se intentó medir la condición de la aptitud física de los estudiantes secundarios de la Argentina en un muy loable intento. El resultado fue que comenzó a entrenarse la resistencia aeróbica “exclusivamente” a través de hacer correr el test de Cooper, todos los días.

Si sólo se enseñan y evalúan los niveles de práctica más básicos y simples en pro de conseguir objetivos operativos fáciles de medir, se dejan en el tintero los aspectos más complejos y ricos del aprendizaje motor como por ejemplo los aspectos perceptivos, de toma de decisión y de retroalimentación interna que justifican que hablemos de que la Educación Física es una verdadera Pedagogía de la Motricidad.

Ni hablar de todos los aspectos afectivos, sociales e intelectuales presentes en las buenas clases que no se evalúan dada la seria dificultad “de medirlas cuantitativamente”.

Y repito el concepto: No se trata de que no se deba medir objetivamente ciertos aspectos parciales de las conductas motoras a través de tests de aptitud física e inclusive, con todas las dificultades que ofrecen con tests de habilidades motrices. Tal procedimiento nos ofrece una información parcial que puede ser muy útil. Lo que estoy diciendo es que la evaluación no debe limitarse a esos aspectos, sino que debe servir para evaluar los aprendizajes y la enseñanza. La dificultad que esto encierra no debería llevarnos a negar que el problema existe y evitar buscar soluciones.

PUNTO CLAVE

No habría que medir exclusivamente lo que se “es” y lo que se “puede” en una fecha fijada por el profesor. Habría que evaluar lo que se aprende.

Por ejemplo, lo que se aprende en función de tejer una relación más placentera y sana con el propio cuerpo y el movimiento.

Desde luego que hay que aceptar que la utilización meramente calificadora de los tests, tiene su encanto. Es fácil, es cómodo, posee un aura de neutralidad que muestra la objetividad con que es juzgado cada alumno. El profesor es un juez imparcial que mide, cronometra y tabula resultados. Ese proceder no admite reclamos.

También hay que considerar que:

  1. En muchas ocasiones, el procedimiento que suele usarse al aplicar esos tests dista mucho de ser aceptable, desde el punto de vista científico, porque muestra un incumplimiento de los criterios de verdad por que se rigen: validez externa e interna, fiabilidad y objetividad.
  2. Como dije antes, es muy difícil objetivar la evaluación de la mayoría de las habilidades motrices y deportivas. Con el agregado de que la evolución en su ejecución de las mismas, rara vez se produce como consecuencia de lo aprendido en la escuela. La limitada frecuencia semanal de los estímulos, lo imposibilita. Esa evolución se debe a la práctica extra-escolar de algunos alumnos, que concurren a un club o un centro deportivo.
  3. Entusiasmados con el aparente rigor científico de la medición, muchos profesores dejan de considerar si su utilización es lo más coherente y adecuado, educativamente hablando.

¿Qué muestra la práctica?

Estas dificultades e incoherencias son fácilmente percibidas por todo el que enseña.

De manera que suele optar entre una de estas dos alternativas:

  • Se limita a enseñar y evaluar-calificar lo fácilmente medible.
  • O intenta llevar adelante un currículo más complejo y educativo pero no evalúa, en el sentido que le queremos dar al término. Cuando llega la hora de la calificación pone una nota de acuerdo al modelo dominante. Concuerde o no con lo que estuvo haciendo.

¿Qué se puede intentar como propuesta?

¿Cómo conseguir que la evaluación sea una ayuda y no una carga?

¿Cómo lograr que sea viable en las condiciones en que se desarrolla cada práctica?

¿Cómo integrar la evaluación con los procesos de enseñanza y de aprendizaje?

¿Cómo estructurar un sistema de evaluación útil y al servicio de la mejora de la enseñanza y el aprendizaje?

Los instrumentos de evaluación que deberían originarse al contestar estas preguntas deberían ser:

  • Adecuados.
  • De relevancia.
  • Veraces.
  • Que apunten a una evaluación formativa.
  • Integrados.

viernes, 13 de junio de 2008

NO HABLEMOS DE FUTBOL

Leí en un diario durante el verano: "`La idea es no hacer incorporaciones', dijo el entrenador de Tigre en el regreso a los entrenamientos", y como título central: "Cagna no precisa refuerzos". La nota ocupa media página superior del cuerpo central del diario, incluida una foto, esto es, 22 cm. x 5 columnas. Suele decirse que la noticia es el avión que se estrella pero no los miles de aviones que cumplen su trayecto sin inconvenientes. Se puede añadir que el fútbol es la única actividad en la sociedad en que también es noticia el avión que llega a destino sin problemas.
Si se supone que la noticia es que tal o cual club logró incorporar un refuerzo importante para su plantel, en este caso la noticia de media página es que no hay refuerzos. Imaginemos las posibles "noticias": hoy no hubo aumento de precios; hoy no hubo atentados en Irak, hoy no hubo declaraciones del Presidente. Cierta vez, un periodista ironizó: "Hoy no hubo piquetes ni cortes de calles"; en este caso, la noticia era por la negativa, lo que era un modo de poner de manifiesto que la multiplicación de las protestas sociales les había quitado su sentido original: si hay tantas y tan seguido es como si no hubiera ninguna. Si uno lee un libro subrayando lo que considera más importante, y en una hoja subraya todo menos un renglón, produce el efecto inverso: lo destacado va a ser el renglón no subrayado.
El conductor radial Héctor Larrea solía contar una anécdota. Durante la Guerra de Malvinas, él estaba conduciendo un programa y llegó un reporte tremendo desde la guerra que enmudeció a todos en el estudio. Para salir del estupor, Larrea atinó a decir "vamos a la información deportiva" y conectó con un pobre tipo que estaba en el entrenamiento de un club de fútbol, que arrancó así: "Afortunadamente no hay lesionados en Quilmes". La anécdota todavía arrastra la tragedia de aquellos hechos dolorosos pero, como toda anécdota de interés, aún mantiene su sentido: pone de relieve la desmesura y el sobredimensionamiento del fútbol en el espacio periodístico.
El fútbol se trata, como es bien sabido, de once tipos que quieren hacerle goles a otros once tipos; esa actividad tan sencilla, con reglas que entienden hasta los niños, es la que se analiza con mayor precisión y detenimiento de todas las actividades de la vida social. Para una jugada contenciosa que se repite en todos los partidos y en todas las fechas, por ejemplo, si fue o no penal, se utilizan cinco cámaras desde ángulos diversos y es analizada por un panel de supuestos periodistas y ex-jugadores que se pasan una hora discutiendo sobre el tema. Si un extraterrestre se topara con uno de estos programas, pensaría que el fútbol es algo complejísimo. Como a esta altura ya seré sospechado de intelectual y de no comprender los fenómenos populares, me adelanto a decir -como el que, sospechado de racista, aclara: "yo tengo un amigo judío"- que a mí me gusta el fútbol. Pero detesto los negocios del fútbol; de fútbol, mientras menos se hable, mejor.

Un dictador

Imaginemos que en el país asume el poder un dictador extravagante y que, en medio de una serie de medidas más o menos delirantes, no prohíbe los partidos de fútbol ni el acceso a tales o cuales personas a los estadios; prohíbe que se hable de fútbol en los medios. Sólo se admitirá la escueta mención de las actividades del día, como la cartelera de cine o las farmacias de turno, y los resultados del día anterior. Probablemente, a los pocos días estallaría una suerte de mercado negro de la información futbolera, con la Internet al rojo y los blogs saturados, pero iría menguando con el tiempo; los clubes perderían el fabuloso negocio de la televisación de los partidos y entrarían en bancarrota; los jugadores migrarían a otros países en busca de mejores contratos; los entrenadores dejarían de vestirse en Armani; no habría cómo financiar a los barrabravas y a los matones, quienes golpearían despachos de políticos y empresarios en busca de otro trabajo honorable.
Los ciudadanos se librarían de los periodistas deportivos y volverían a hablar, por ejemplo, de Gimnasia, y no del "once albiazul"; volverían a decir que tal jugador lleva la pelota y no que "toma contacto con el esférico". Los futbolistas no serían amenazados por asesinos con recibo de sueldo ni hostigados por noteros que siempre preguntan lo mismo; las empresas se alejarían del devaluado negocio y las camisetas lucirían sin propaganda alguna.
Es posible conjeturar, además, que quienes menos sufrirían la despótica medida serían los clubes chicos, a los que se les da un espacio ínfimo en los medios y no televisan sus partidos. Los hinchas volverían a ir a la cancha, sabiendo que corren igual riesgo que si van a ver un partido de hockey sobre césped; después del partido, lo comentarían, casi clandestinamente, en un bar con amigos, en el trabajo, en una reunión familiar. También migraría hacia otras actividades más rentables la dirigencia de nuestro fútbol, con su séquito de acomodaticios, intermediarios, representantes y parásitos con celular en la oreja y carpeta con inminentes transferencias. La televisión buscaría reemplazar rápidamente al fútbol y nos saturaría con informaciones sobre rugby, yudo o natación.
La verdad es que no sé que haría usted, lector, si ese exótico tirano llegara a asumir el poder. Yo sí lo sé: me calzaría la gorra y volvería a ir a la cancha.

FUENTE: Diario El Día de La Plata. Por José Luis De Diego

martes, 10 de junio de 2008

ACERCA DE LA EVALUACIÓN

Para muchos, las vacilaciones epistemológicas no son tan importantes a la hora de enfrentar la práctica docente. Las clases de Educación Física son, en general, bastante malas pero no por culpa de esas vacilaciones, sino porque somos ineficientes en el momento de abordar, planificar y resolver la tarea cotidiana.
Los desarrollos epistemológicos deben continuar pero deben hacerse simultáneamente con el aumento de nuestra eficacia. Que se conseguirá revisando en forma permanente lo que se hace todos los días.
La pregunta es...
¿Cómo lograr que las reflexiones teóricas y la investigación, verdaderamente, modifiquen la intervención pedagógica?
Viene bien recordar que, en definitiva, nosotros nos dedicamos a dar clases. Eso es lo que debe mejorar.
Puede ser útil plantearnos problemas concretos y analizar posibles soluciones. El que analizaremos hoy lo represento con una pregunta:

¿Por qué y para qué evaluamos?

El desafío es diseñar una forma de evaluación formativa que sirva a profesores y alumnos.
Poner una nota a un nombre cuyo “poseedor” tiene una cara que no recuerdo, no es una forma de evaluación que responda a alguna racionalidad curricular. O dicho más sencillo: que responda a algún discurso pedagógico.
Hay algo indudable: bajo cada sistema de evaluación que usemos subyace una concepción y una teoría pedagógica. Subyacen diferentes formas de entender la Educación Física y la Escuela. Por eso suele decirse:
“Decíme como evaluás y te diré como enseñás”
Y también es indudable que la mayor parte de las evaluaciones poco o nada tienen que ver con lo enseñado. Esa incoherencia –como muchas otras- espera soluciones sencillas. Hablo de soluciones sencillas porque en este caso, por ejemplo, no hace falta un proceder demasiado complicado. Consiste en:
Armonizar nuestras expresadas finalidades educativas, con nuestras prácticas de enseñanza y nuestro sistema de evaluación.
La búsqueda de modelos técnicos y de rendimientos motores de alguna clase –pese a cualquier discurso renovador expresado por los documentos curriculares de las Reformas que se han sucedido- parece ser la gran responsable del desajuste. Ha predominado una lógica (o racionalidad curricular) técnica o instrumental sobre una lógica centrada en los valores pedagógicos que se dice sustentar. Este enfrentamiento se advierte en otros temas y surge evidente apenas se escuchan las charlas informales de los profesores. Por ejemplo:
  • Discurso del rendimiento versus discurso educativo y de participación.
  • Currículo por objetivos versus currículo como proyecto y proceso.
  • Discurso de una educación democrática, activa, constructivista versus una educación mecanicista, trasmisora, reproductora.

Desde luego que en nuestro territorio el debate se ha disfrazado de diferentes maneras. Así, por ejemplo, es muy frecuente escuchar: “Yo no evalúo sólo rendimientos objetivos sino también los subjetivos”. “Creo necesario premiar el esfuerzo del “gordito” o del “menos dotado”. Muy bien, pero debería existir una razonable “objetividad” dentro de la “subjetividad”. Porque detrás de tal planteo no suele existir otra cosa más que la muy concreta subjetividad del profesor que quiere ponerse el ropaje de evaluador justo. Porque si el poco apto no mejora de acuerdo a ciertas pautas, no merece el premio a la constancia, al esfuerzo o a la dedicación.

De manera que, en el fondo, sigue primando el concepto de cuerpo disciplinado a partir de parámetros externos al alumno. Aunque suene duro, el problema que estamos planteando existe porque como consecuencia de la racionalidad técnica, la evaluación cumple funciones de medición, control, calificación y poder.

Esto no significa que en la Educación Física no se pueda medir en ciertas situaciones, controlar los aprendizajes ni realizar evaluaciones sumativas. Lo que estamos analizando es que reducir todo el proceso evaluador a una simple medición con el único fin de poner una nota, es un extendido procedimiento que debe ser revisado. Sin duda, cada vez que la mayoría de los docentes habla de evaluar, se está refiriendo a poner una nota.

Y muchas veces ese procedimiento se utiliza como control de los alumnos y de poder sobre los mismos. Especialmente en aquellos casos que al profesor le fallan otras estrategias personales con las cuales construir su autoridad. Es frecuente que se escuche la siguiente frase que ejemplifica perfectamente esto que estoy diciendo: “No tengo otra arma de control más que la libreta”.

Por eso la validez del conocido aforismo que dice: “Detrás de la defensa de la autoridad de la técnica, se está escondiendo la técnica de la autoridad”.

¿Por qué cuesta tanto otorgarle otro sentido a la evaluación?

La evaluación debería ser comprendida como un proceso en vez de cómo un simple resultado. Inclusive hay que decir que muchos aprendizajes no muestran rendimientos inmediatamente. Existe una causalidad retardada, como muchas de las lecciones que aprendemos de nuestros padres: las advertimos como tales mucho tiempo después de que se han producido.

Además, debe ser entendida como un proceso de diálogo entre todos los implicados y no como una simple medición de la mejoría en el test de Cooper.

Y por último la evaluación debe servir para comprender lo que está sucediendo con la enseñanza y con el aprendizaje. No parece tan complicado y seguramente estas palabras coinciden con lo expresado en muchos documentos curriculares. ¿Por qué no se pone en práctica?

Sencillamente porque existe una cultura profesional y escolar que transforma este problema en uno de muy difícil solución.

En la próxima entrega nos referiremos al currículo por objetivos.

jueves, 5 de junio de 2008

Las relaciones que las personas tejen con sus cuerpos

La diversificación de las prácticas corporales
En las sociedades modernas el deporte era la actividad física por excelencia. Implicaba una relación ascética con el propio cuerpo. Una relación que presuponía el esfuerzo del entrenamiento durante largos años y hábitos de vida espartanos, para que finalmente, pudiese llegar la competencia y quizás el instante sublime del triunfo y el reconocimiento.
Subyacía una concepción del cuerpo que, con matices, variaba entre considerarlo:
  • Maquinaria sumisa apta para el rendimiento deportivo.
  • Objeto de sufrimiento en pro de conseguir objetivos estéticos.
  • Receptáculo saludable del intelecto. (Mens sana in corpore sano)

En las sociedades posmodernas, en cambio, el concepto de cuerpo como instrumento sobre el que se puede disponer pierde peso y aparecen otras concepciones que lo contradicen. Surgen nuevas actitudes frente a él y nuevas formas de cultivo del mismo. Parece razonable incorporar todo aquello que sirva para que una persona viva más a gusto con su corporalidad, que la ayude a no vivirlo como una carga, que no sienta que debe conformarse con menos de lo que realmente desearía. En definitiva, toda persona debería poder seleccionar con libertad lo que hace con su cuerpo, eligiendo de acuerdo a su experiencia personal, a la comprensión y al conocimiento. Y no prefiriendo en función de la escasez de posibilidades que ha tenido durante su vida y de la ignorancia.

Como consecuencia, han comenzado a surgir prácticas que rescatan esos cambios y que implican una relación diferente con el propio cuerpo. Por ejemplo:

  • El modelo hedonista: (Las actividades físicas de aventura en la Naturaleza).
  • El modelo narcisista: (El físico culturismo y todas las formas de gimnasia que buscan la estética corporal).
  • El modelo etnomotriz: (Los juegos y deportes que se basan en otros, muy antiguos, cuya esencia consistía en demostrar las habilidades físicas necesarias para el trabajo cotidiano, característicos de ciertas regiones y culturas como la doma, el pato, enlazar y pialar novillos, el descolgarse de la maroma, el transportar y lanzar grandes pesos, hachar troncos, etc.).
  • El modelo místico: Antes de mencionar las diferentes actividades físicas que integran este modelo comencemos con una breve aproximación al significado de lo místico.

Místico es aquel que a través de su potencial individual logra, una unidad con Dios. O con el alma universal para los que creen en religiones transuniversales, o con la conciencia cósmica para los agnósticos. Dice Javier Olivera Beltran que "En todas las grandes religiones se encuentran corrientes místicas y sorprendemente, las descripciones de estas experiencias coinciden de manera singular a través de las distintas culturas". Las prácticas que representan este modelo son el yoga y el Tai-Chi entre las más conocidas.

  • El modelo escénico: (Las guerras simuladas cuyo objetivo más o menos encubierto era superar los traumas ocasionados por una guerra perdida como la de Vietnam, los combates de moros contra cristianos bastante populares en España, etc.).
  • El modelo de riesgo aumentado: (Los deportes y juegos de alto riesgo como el ascenso de cascadas, el sky-board, el puenting, el descenso en sky en paredes casi verticales).

miércoles, 4 de junio de 2008

Las relaciones que las personas tejen con sus cuerpos (continuación)

Existe una mayor conciencia de la importancia de las prácticas corporales para preservar la salud.
Hasta no hace demasiado tiempo, si una persona sufría un ataque cardíaco su médico le recomendaba quedarse tranquilo y no moverse. Hoy le manda que haga un programa controlado de ejercicios una semana después del infarto. Tal cambio en el paradigma médico con respecto al ejercicio, no se produce porque sí. Vencidas las enfermedades endémicas (viruela, tuberculosis, malaria, peste), las ciencias médicas han comprendido que los individuos que no hacen ejercicio regularmente, corren más riesgos de contraer las enfermedades "de la civilización" o del sedentarismo. Las afecciones coronarias, la hipertensión, la hiperlipidemia, los trastornos mentales y las enfermedades osteo-musculares, son algunas de las más importantes.
Un informe de los Centros de Control y prevención de enfermedades (CDC) de los Estados Unidos afirma que más del 60% de la población adulta de los países desarrollados y una cifra similar en las áreas urbanas de naciones menos favorecidas no alcanzan niveles suficientes de actividad física. El problema no es menor si se tiene en cuenta que al menos dos millones de muertes anuales en el mundo pueden atribuirse a la vida sedentaria.
Las numerosas investigaciones justifican el cambio de dirección de la medicina clásica. El remedio prescripto es sencillo: hay que mantenerse activo, hacer ejercicio sistemático y de intensidad suficiente durante toda la vida.
Casi todo el mundo parece también haberlo entendido y numerosas investigaciones lo indican. Ellas muestran que la primera razón por la cual la gente realiza ejercicio ES MANTENERSE EN BUENA FORMA FISICA. A la que relacionan con el bienestar y la salud. Aunque pudiera en muchos casos opinarse lo contrario, la apariencia física más abajo en la lista de preferencias. Lo que es alentador, ya que permite suponer que no es el deseo de tener un buen aspecto la preocupación predominante.
De cualquier manera, en la Argentina, las encuestas dejan mucho que desear. Si bien no existen datos precisos que describan la situación del país, la Secretaría de Deportes realizó un estudio exploratorio (2000) sobre los hábitos de la actividad física y deportiva de la población, llamado Censo Deportivo 2000. El trabajo realizado sobre 5000 hogares reveló que, en los dos sexos, casi el 90% realiza "alguna" actividad física, relacionada, por lo general, a la escuela. (Desde luego que el estudio nada dice acerca de si la frecuencia, intensidad y control del progreso son suficientes).
Luego de la edad señalada, el porcentaje cae, aunque ese descenso es mucho más marcado en las mujeres. A partir de los 20 años, realiza actividad física sólo el 30%. En los varones, en cambio, cerca de la mitad mantiene la práctica hasta los 30 años y luego comienza a descender. O sea que cuidan al cuerpo mientras "el cuerpo se cuida solo". Y se abandonan cuando precisamente más falta haría preservar hábitos de vida activa y saludable.
Dos razones son las más citadas cuando de explicar la inactividad se trata: falta de tiempo y de dinero. El hecho de que la escuela y los espacios públicos encabezan la lista de lugares de práctica más frecuentes, revela la citada dificultad económica.

martes, 3 de junio de 2008

Las relaciones que las personas tejen con sus cuerpos

El mundo de las prácticas corporales muestra una muy saludable expansión y, además una diversificación sorprendente. En las sociedades actuales, las personas han encontrado nuevos modelos de relación con sus propios cuerpos. Esa relación es más rica, más desinhibida y más libre. Pero también es una relación que muestra conflictos profundos.
No se ha abandonado del todo el criterio de interpretar al cuerpo como instrumento que debe ser apto y también se lo supone lugar donde deben grabarse experiencias motrices. En cambio, se lo sigue desconociendo por sus significados, sus deseos, sus límites, su pertenencia social y cultural. Tal escisión -nada recomendable- debe todavía ser superada.
También, en la travesía del sujeto moderno, el cuerpo ha sido objeto de profundas discusiones ideológicas. Así, Giogio Agamben, siguiendo a Foucault sostiene que en particular, el desarrollo y triunfo del capitalismo, no habrían sido posible, sin el control disciplinario ejercitado a través de tecnologías adecuadas, que han logrado crear los "cuerpos dóciles" que eran necesarios.
Y Ricardo Foster (2003) al referirse a nuestra propia historia argentina dice: "En nuestra historia el ejercicio del poder siempre ha pasado por el dominio de los cuerpos. La política de las clases dirigentes estableció, desde los orígenes, una clara acción de control, sometimiento, represión, pedagogización y seducción que atravesaba casi todas las esferas de la vida. Desde las leyes contra la vagancia hasta los debates imposibles sobre el cuerpo-mercancía de prostitutas y travestis, el acto de ejercer el poder tuvo como lugar simbólico y efectivo el cuerpo del otro, ese cuerpo legislable y reprimible garantía ejemplar para fortificar la tranquilidad de una mayoría de honestos ciudadanos dispuestos a sostener la moralidad pública."
"Pensar el cuerpo es, entonces, internarse en un territorio en el que se ha ido forjando la trama profunda de nuestra historia, es descubrir el otro rostro de un proyecto de nación que desplegó sus terribles cuotas de barbarie allí donde precisamente venía a consolidar su modelo civilizatorio. Marcas y ausencias de cuerpos que, en su enmudecimiento, dicen lo indecible de nuestras miserias y violencias. Grafías que señalan el mapa de una sociedad que no ha podido sustraerse a sus deudas y a sus fantasmas."
Por otra parte, parece atravesar la cultura actual la comprensión de que quién aspire a una mejor calidad de vida, quien quiera vivir mejor, deberá vivir más intensamente su yo corporal, de forma de ser más adaptable al mundo y a la sociedad que lo circunda.
Los cambios -con sus aspectos positivos y negativos- se han producido por una serie de razones que se influencian mutuamente. Las iremos presentando en sucesivas entregas.

lunes, 2 de junio de 2008

Riesgo cardiovascular en la niñez y adolescencia

  • En el mundo 22 millones de niños de 5 años son obesos y muchos más tienen sobrepeso.
  • En todo el mundo cerca del 25% de los estudiantes fuma y encendió su primer cigarrillo antes de cumplir los 10 años.
  • Dos tercios de los niños del planeta no realizan suficiente actividad física como para cuidar su salud.
  • Sonia Caprio del Departamento de Pediatría de la Universidad de Yale, demostró que las arterias de chicos obesos de 11 y 12 años presentaban ya signos avanzados de inflamación endotelial, el punto de partida para el infarto de miocardio y el accidente cerebro vascular (ACV).
  • Se estima que los chicos con sobrepeso y obesidad tienen un riesgo de 3 a 5 veces mayor de sufrir un infarto o un ACV antes de cumplir 65 años.
  • En la Argentina el 7% de los chicos padece obesidad. Y el 48 de esos chicos obesos es resistente a la insulina, condición que lleva la diabetes), según un estudio del Hospital Garraham. El 40% de esos niños era hipertenso y el 22% tenía niveles altos de colesterol.
  • Hoy una de cada tres muertes es de origen cardiovascular. Por eso hay que comenzar en la niñez con la prevención para que ese porcentaje disminuya.
  • La publicidad de alimentos afecta las preferencias de los niños; está demostrado que cuantos más avisos publicitarios ven en la televisión, más snacks y calorías consumen -señala la Federación Mundial del Corazón-. Los estudios muestran también que el tiempo que los chicos pasan mirando televisión y la cantidad de gaseosas que toman se asocian con la obesidad.
  • El daño arterial en chicos con obesidad y sobrepeso puede ser revertido con hábitos alimentarios saludables y un mayor nivel de actividad física.
  • Tras seis semanas de dieta hipocalórica baja en grasas y alta en hidratos de carbono complejos y de un plan de ejercicios regulares se observó una reducción del perímetro de cintura, así como un descenso en los niveles de colesterol y un mejoramiento del funcionamiento de las arterias, muestra un estudio de la prestigiosa revista "Circulation".
  • Se aconseja un mínimo de 30 minutos de actividad física diaria.
  • Los adultos deben dar el ejemplo adoptando ellos mismos hábitos de vida saludables.